Cuando recibí esa invitación en realidad no me la esperaba, nos habíamos conocido hacia un tiempo ya, habíamos hablado muchas veces, pero no dio muestras de estar interesado en mi, tenía muchos conocimientos en computación y era unos años más chico que yo, a él no le preocupaba en lo más mínimo, al principio a mi si, cuando hablamos el tema de la edad quedo completamente a un lado.
Me dio la dirección y el nombre del hotel donde nos veríamos, en ese momento mucho no conocía sobre el proctólogo que muchos amos cumplen al pie de la letra.
Llegó su mensaje a mi celular, diciéndome el numero de habitación, llegue con muchas dudas y no
sabiendo si había hecho bien o no.
Toque a la puerta y alguien contesto de adentro que pasara.
Entre despacio y ahí estaba este hombre, sentado en un sillón de cuero bordo, que hacía juego con la decoración de toda la habitación, estaba bien iluminada, y los cuadros que colgaban de las paredes eran de mujeres desnudas, tapando sus partes intimas.
Me acerque hacia donde estaba, me senté en los pies de la gran cama, cruce mis piernas y adopte una actitud relajada.
Conversamos, de lo que quería, de lo que me gustaba, de lo que él pretendía, de sus gustos y aspiraciones, de su vida, de la mía, fue una charla fluida, en donde los dos la disfrutamos.
La pregunta fue directa, mi respuesta también, no lo pensé solo dije que sí.
Él, mi amo a partir de ese instante, me dio las directivas de cómo debía comportarme frente a él, pautamos limites, y la primera orden fue estar siempre de rodillas en su presencia
Así lo hice, me puse de rodillas, con mi cabeza hacia abajo y terminamos de aclarar detalles.
Las sensaciones volvieron a mí, estaban a flor de piel, si bien en ese primer encuentro nada paso más de lo que acabo de contar, muy dentro de mí sabía lo que vendría en un futuro no muy lejano.
Las ganas de sentirme propiedad de en ese instante quien sería mi dueño, pero faltaba algo, no entendía bien que era, pero en mi interior sentía que faltaba algo.
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