jueves, 7 de febrero de 2013

LA SESÍON (parte 2)

Subimos a su auto, me dijó que me quitará mi ropa interior, me dio mucha verguenza , ignore sus palabras.
Un estruendo retumbo en mis oídos cuando una cachetada fue estampada en mi rostro.

-No me gusta repetir las cosas dijo de manera tajante, sin mirarme.

Estaba a punto de romper en llanto, no comprendía que pasaba, él quizás tampoco entendía que yo sólo era una chiquilla queriendo explorar este mundo nuevo, que me quitaba el sueño.

Quise preguntarle el porqué, pero su mano acariciando mi mejilla encendida me lo impidió.

Él puso en marcha el auto, sin mediar palabra, obedecí a su pedido.

Recorrimos un corto camino, sacó de su bolsillo una venda de color negro, sin mirarme, susurró

_Ponete esto por favor.

Aún sorprendida por el episodio anterior, tome la venda enseguida, tape mis ojos e hice un nudo ajustado para que no se moviese de lugar.

Trate de agudizar mis sentidos, el estruendoso motor del viejo auto en el que ibamos mucho no me dejaba oír, una brisa leve entraba por algún lugar del coche.

No se cuánto tiempo anduvimos, no se por qué lugares pasamos, que calles transitamos, solo se que una sensacion extraña, nueva, nunca antes sentida invadía todo mi cuerpo.

Llegamos al sitio elegido por él, me sobresalto el ruido de una destartalada puerta al cerrarse, al instante mi puerta se abría, sin mediar palabra alguna, saco mi ropa íntima de entre mis manos, me tomó de mis hombros y con un impercepitible movimiento me indicó que saliera del auto.

Mi cuerpo tambaleó al bajar, sus brazos me sostuvieron para que no cayera, cuando conseguí el equilibrio nuevamente me soltó.

Sentí su cuerpo robusto pararse detrás mío, él iba guiándome, mis pasos eran inseguros, lentos, su respiracíon chocaba contra mi cabeza.

Fue una senda corta la que anduvimos, no sé presisarlo con exactitud.

Una puerta pesada de madera, se abrío delante mío retomamos el caminar, y un aroma a madera reseca inundaba el lugar.

Nos detuvimos nuevamente, el cuerpo de mi profesor se alejo de mí el sonido de un manojo de llaves y una cerradura trabándose, me advirtieron que nada de esto era soñado, que estaba pasando y era real.

El aroma de su cigarro, se mezclaba con ese extraño olor a madera.

Sentí su mano bajando por mi espalda, bajando el cierre de mi vestido, en un acto reflejo me dí vuelta bruscamente.

-Qué hace ? mi vos se escuchó casi como un grito de furia.

No recibí respuestas de su boca, solo el golpe de su mano explotando en mi cara, la cachetada que volví a recibir, me hizo re pensar si realmente esto era lo que tanto anhelaba.

-Las órdenes las doy yo.

Fue tajante en su comentario.....

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