Los días siguientes a nuestra cita fueron pasando casi con normalidad, yo seguía aprendiendo, y mi profesor continuaba con sus lecciones, de vez en cuando me daba oculta entre hojas de mi tarea, algún que otro escrito que él había preparado para mí.
A veces me felicitaba con un toque de su mano en mi espalda, o un "buen trabajo señorita".
Las dos semanas restantes a mi final de curso, pasaron casi sin darme cuenta, 12 de Agosto de 1996, regresaba a mi casa orgullosa con mi diploma, y con una carta privada de mi profesor, que debía leer detenidamente y pensar muy bien mi respuesta, me había pedido.
La carta decía más o menos así.
"Debido a su interés en aprender sobre lo hablado en el bar, me gustaría poder enseñarle de manera real, todos los detalles que envuelven a este hermosos mundo.
Como se habrá dado cuenta, soy un seguidor apasionado, y veo que también lo es usted.
No se tomé todo a la ligera y por favor piénselo muy bien, porque si acepta, su vida va a cambiar de un modo drástico."
Me sentía una mujer hecha y derecha, con mi título, me sentía importante, había llamado la atención de un hombre mucho mayor que yo, mi padre tenía absoluta confianza en mí, y por sobre todo, mi profesor iba a ser el primer hombre en mi vida, y me atraía de manera especial. Que más podía pedir?
Espere un par de días para llamarlo, debía hacerle creer que lo había pensado un buen tiempo, aunque eso no era verdad, llame a su trabajo en el horario que alguna vez me señalara, hable con él pocos minutos, fue una charla directa sin vueltas en donde me indicó, hora día y lugar donde nos encontraríamos, pregunto por mi número telefónico y me dio el horario exacto en que me llamaría cualquier día pero en el que yo lo debería atender.
El encuentro sería la semana entrante, estaba ansiosa, que más me quiere enseñar? pensaba, creía que con todo lo leído sabía todo ya.
Contaba los días, cada uno de ellos se hacía eterno, miraba el reloj y a la hora señalada, rondaba por el teléfono, cada día a las cinco de la tarde, mi respiración se volvía rápida, mis manos temblaban, mis ojos se posaban firmes en aquel aparato gris, era una hora, una hora que se hacía un siglo, hasta que volvía a la vida real.
Esa tarde tan esperada llegó al fin, tarde gris y plomiza, 17:25, el sonido agudo del teléfono hizo que mi corazón se detuviera casi por completo.
- Hola, dije yo tratándome de hacer la sorprendida.
- Buenas tardes, sea puntual, la quiero bien bonita para mí, sin maquillaje y sin ropa interior.
- Perdón, cómo que sin ropa interior? conteste horrorizada.
- En que idioma hablé? sin ropa interior, hasta mañana.
No me dio tiempo a pedirle explicación de ese pedido, volví a leer y a re leer todos los escritos que tenía guardados secretamente como un tesoro.
En ningún lado decía nada sobre eso, que estaba pasando?Si bien el pedido me parecía un escándalo, algo sin nombre, muy dentro mío, la idea de estar expuesta ante él me gustaba.
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